Quic's World

Todo es marcha, amigos.

Monday, March 21, 2005

Y luego los vascos se quejan de la justicia...

La semana pasada leí por ahí que a un tío de Vitoria (o al menos el cupón lo compró en Vitoria) la justicia española le ha dado la razón en que la ONCE le pague un cupón que le tocó en 1999 pero que el muy atontao lo metió en la lavadora y, claro, lo jodió. El tipo presentó los cachitos y después de pleitear, lo ha ganado. Seis millones de pelas le habían tocado y se las van a dar. Evidentemente condeno sin paliativos esta resolución judicial que me hace creer aún menos en la justicia española.

Si yo hubiera sido el juez, la sentencia habría sido tal que así:

Buenas tardes, soy el juez. [Nota del autor: Según mis conocimientos jurídicos, así se empiezan las sentencias]

Hete aquí que me viene un señor con la intención, comprensible pero con visos de provocar mi descojone, de que se le pague un cupón que dice que le ha tocado y que afirma que metió en la lavadora. Para que se lo pague presenta cuatro cachos de papel decolorado, con sus santos cojones, y mucha ilusión. Bien, amigo, bien.

Puedo denegar y deniego [Nota del autor: No hay sentencia judicial que no tenga esta frase, que lo sé yo] a este individuo no sólo el derecho a pillar esa pasta, sino que le condeno al escarnio público que merece por ser tan melón. A saber: puedo condenar y condeno al denunciante, llamémosle El Tonto del Cupón (de aquí en adelante, ETC), a ir por la calle con un cartel de "Soy tonto y en mi casa no lo saben. Hagan juegos de palabras con la palabra "cupón" cada vez que me vean" por todo Vitoria y el resto de los territorios históricos de la vieja Euskal Herria, estado libre asociado a España y Francia, patria de todos los vascos. Se ruega, asimismo, a los viandantes que sean especialmente sangrantes con el tonto de los cojones éste, que no sólo mete un cupón premiado en la lavadora sino que viene a tocarme los huevos pidiendo dinero en una moneda que ya no existe.

Y conmino al demandante a que se haga una lobotomía que le coja de arriba abajo y que, si es tonto, no nos meta en el marrón a los demás. Que ya huele.

En Madrid, a tantos de tantos de tantos.


El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.

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