Hablar sin saber es un arte

El frisbee es tan antiguo como la humanidad, seguro. Estoy convencido de que en alguna caverna perdida, dos seres enchepados y barbudos discutían con señas sobre si aquello era un bisonte o un ñu, cuando ninguno de los dos tenía ni puta idea de qué era el cuadrúpedo ese con trompa. Hablamos sin saber constantemente, citamos estadísticas que hemos oído de pasada sin saber si las ha elaborado un arce con la ayuda de cuatro pelícanos, utilizamos palabras que no sabemos qué significan.

En este último aspecto me quería yo centrar. Se trata de hablar sin saber, pero con arte. Los periodistas lo hacemos mucho, porque escondemos que no tenemos ni puta idea con palabras que suenan bien, pero que ni nosotros sabemos qué significan. Verbigracia, "virulencia". Nadie sabe qué significa "virulencia". Ni "ínclito", ni "inefable", ni "estereotipo", ni "tolerancia", ni "demagogia", ni "detractor", ni "vano", ni "dechado", ni "mero", ni "vívido", ni "amasijo", ni "craso"... Saben en qué frase colocar estas palabras, pero no qué significan. ¿Qué quiere decir "el ínclito Julio Iglesias"? ¿Y "el inefable Juan Y Medio"? Ni puta idea. Si a eso se le añade un tópico tipo "la violencia no conduce a nada", "libertad de expresión", "la vida te da sorpresas" etc. etc., tenemos el pack completo.

Lo bueno de esto es ganar dinero con ello, como hace Ramoncín. ¡Ay, el inefable Ramoncín! El ínclito Rey del Pollo Frito es un dechado de demagogia, el vívido ejemplo del animal televisivo medio al que la tolerancia social deja hacer. No en vano, es un mero estereotipo del intelectual venido a menos, el tipo que más virulencia despierta entre sus detractores. Muchos desearían que tuviera un accidente en el que su coche quedase reducido a un amasijo de hierros. Craso error: la violencia no conduce a nada.

Fácil es un rato. Pero asco da un montón, para qué negarlo...

El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.