Un rato libre
Os tengo abandonados claramente, pero es que ando liado. Con esto del cambio (radical) de trabajo me cuesta sacar un rato libre, y alguno que tengo pues no me voy a dedicar a escribir en este blog... Tengo dos días libres a la semana y suelo hacer colaboraciones en ellos, así que conseguir tocarme las balls para escribir un blog no es fácil. Toda la vida sin trabajar es lo que tiene: que cuando rompes a hacerlo te salen sabañones mentales.
Me fui de mi curro cambiando un tipo de periodismo por "el otro" y a ratos me creí hasta importante: me llamó mucha gente, me dejaron mensajes en Internet (hoy he leído en un blog de un desconocido que dice que yo era -era- la gran esperanza del periodismo de lo mío y que había escrito algunos de los mejores reportajes de los últimos años), hasta algún fan me ha mandado mails... Una cosa loca, señora.
Ahora trabajo en la tele, un lugar curioso. El mío es un programa en directo en el que nada sale como estaba planeado y siempre sales cabreado porque todo acaba emitiéndose mucho peor de lo que todos pensábamos. Todo es una gran mentira. Te tiras la semana entera currando para que A) los presentadores hagan lo que les sale del nabo y todo Cristo se cabree con ellos y B) no se emita mucho del trabajo que has hecho. Es muy curioso además que cada semana nos vean los mismos espectadores (casi matemático) y cada semana tengamos un poco más de share, la biblia del asunto. Ayer tuvimos un 10% más que la anterior con un programa pésimo.
Agotado todo lo que os podía contar de mi nueva vida laboral (ausencia de glamour total, lo sé; compraos el Diez Minutos, no te jode...), voy a optar por contaros una anécdota de un taxista español. Íbamos el otro día en un taxi charlando amigablemente con ATT y unos amigos cuando conté la anécdota que más veces he narrado en mi vida: la de dos tíos de un pueblo de ¿200? habitantes de Toledo que se fueron a Nueva York a la vez sin saber que su compueblota hacía el mismo viaje (que ya es curioso) y se terminaron encontrando en la Gran Manzana. Esta anécdota es demoledora, por eso la habré contado unas seis mil quinientas veces en mi vida. Hoy la inauguro en formato blog.
A lo que iba. Que cuento eso en el taxi y de repente se oye la voz del taxista. El hijoputa no había abierto la boca ni para preguntar dónde íbamos, y con el mismo tono del que cuenta que hoy a ido a comprar, suelta: "Pues eso no es tan raro. Porque conozco yo a uno, que no está muy lejos de aquí, que se fue a Londres con un ligue y resulta que en su hotel se alojaba la mejor amiga de su mujer". Paradinha verbal. Silencio de los usuarios del taxi español. Y añade: "Vamos, que por eso estoy separado...". Giros de cuello. Miradas incrédulas. ¿Nos está contando la historia de cómo su mujer le pilló zumbándose a un ligue? "Es que ya es mala suerte. Me voy con una italiana a Londres y me encuentro con la mejor amiga de mi mujer". Y el tipo lo contaba con voz como de Torrente, rollo "nos-hacemos-unas-pajillas".
Se hizo un silencio incómodo que no se rompió hasta pasados unos minutos. El taxista español no abrió más la boca. Y yo reflexioné, como el reflexionador que soy: ¿qué otro gremio laboral sería capaz de perpetrar semejante situación? ¿Alguien se imagina a un médico, a un mecánico, a una teleoperadora, ¡a alguien! haciendo eso? No, no lo hay. El gremio del taxi es único. ¿Para cuándo un libro de Quic sobre los taxistas? Para cuando consiga sacar algún rato libre más.
El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.
4 Comments:
La entrada está bien... pero nada como el comentario de Carlos...
Pozí, está muy bien traído, sí.
Sip, el coincido completamente con Carlos...
Estimado Quic: desde hace unos meses veo que ha abandonado sus clásicas reflexiones sobre el metro de Madrid para escribir entradas relacionadas con historias de taxistas. La pregunta es: ¿se debe este viraje a cierto ascenso de categoría social, que le hace coger menos el metro y más esa institución tan española como el chófer de taxímetro? ¿Tomará usted más taxis ahora que ya es una estrella en ciernes del mundo televisivo? Sea cual sea su pregunta, que conste que yo haría lo mismo si pudiera.
Esperando su libro sobre los taxistas,
Atentamente suyo,
Arbusto
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