La muerte del dosde
El domingo estuvimos mi señora y yo en lo que creíamos iban a ser las fiestas del dos de mayo, el dosde de toda la vida, en la plaza que todos os habréis imaginado ya si sois un poco espabilados. Pues bien, no había tales fiestas. Las han quitado, como el francés en el sketch de Faemino y Cansado, sólo que nosotros no vimos el anuncio pequeño en el periódico.
De momento, había maderos en todos los accesos a la plaza. Te miraban la mochila para ver si introducías... ¿goma dos? ¿Libros de Sánchez Dragó? ¿La desaparecida estatua ecuestre de Franco, valga la redundancia? No, amigos. Buscaban alcohol. El día del dos de mayo buscaban alcohol.
Reconozco que odio a los policías. Mi señora me decía que no querrían estar ahí, que seguro que es una putada para ellos, que si tal... Pero yo no puedo compartir eso: si tienes un curro en el que se te manda putear la vida de la gente que quiere tomarse algo en la calle el día del dos de mayo, cámbiate de curro, jubílate, hazte travesti, lo que sea... pero no esperes que te comprenda, porque estás ahí para putear a la gente. Reconozco que, en una balanza, entre el bien y el mal que hacen los policías, me salen más cosas malas. Son entes nocivos, al menos como están concebidos en Madrid.
Bueno, el caso es que en el dosde no había nada: un puesto de grasa en bocadillo (cinco euros por uno de panceta fría con pan duro, literal), un altavoz con El canto del Loco a todo trapo y gente. Ni conciertos, ni botellones, ni nada. Cuatro punkis (por ahí los llaman perroflautas, que me parece mítico) cada vez más jóvenes, público objetivo del Viñarrock a saco y nada más. Algún jipi con dos cuerdas de esas a las que dan vueltas y ya está. Eso no es una fiesta, coño.
Definitivamente el PP tiene que dejar de ganar elecciones en Madrid. Como sea, pero esto no puede ser. Gallardón no ha hecho nada menos retrógrado que no hiciera Manzano y la Espe, en fin, es más talibana –curioso: femenino de talibán, qué cachondo– de lo que yo esperaba: lo de Telemadrid (que con Gallardón, lo reconozco, ha sido la mejor TV que he visto en años) clama al cielo: es la COPE en imágenes, peor que Popular TV.
La historia es que yo no me imagino Madrid sin fiestas. Primero cerraron todos los bares a las tres, luego quitaron el botellón (* reflexión al final del texto), ahora ya no hay casi fiestas en la calle (excepto el Día del Orgullo gay: tíos y tías, estamos en vuestras manos), ya no quedan bares de los de toda la vida, con una gamba con un pañueloen la cabeza pintada en la puerta y serrín en el suelo... ¿Qué será lo próximo? La idea que tienen de hacernos alemanes, con fiestas de la cerveza cerrando a las 10, sería la muerte de Madrid. Esto va a ser el reino de los bakalas, de las pastillas y de los pijos que hacen todas sus mierdas metidos en una discoteca y vestidos bien guapos, así como Agag o Marichalar. El resto nos moriremos del asco. Y Madrid se morirá con nosotros.
El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.
(*) El fin del botellón, principal culpable del crecimiento de los quinceañeros pastilleros (¿cómo se va a emborrachar un chaval a gusto, a cinco euros la copa? Se toma una pastilla, que vale seis, y arreando. O eso o se van a las noches divertidas en los polideportivos, una alternativa de ocio estupenda si eres del club de ajedrez y eres amigo de Carlton Banks), me trae a la memoria la cantidad de burradas que hemos podido hacer gracias a él. Ya ibas trozo perdido a los bares, con lo que ingerías mucho menos alcohol de quemar de ese que dan en los bares madrileños... ¿Y qué me contáis de los botellones invernales, o botellones polares? Helados de frío, de pie, con un vaso helado en la mano, bebiendo vodka mientras echábamos vaho por la boca... "¿Me pasas el hielo? ¡Por supuesto!", y lo cogíamos con nuestras manos heladas... Ahora estamos cinco minutos de frío en la calle y nos metemos en un bar a esperar. Cómo hemos cambiado...
0 Comments:
Post a Comment
<< Home