The Identificator (y 2)

El fin de semana pasado volví a dar una lección de identificación intensiva del famoso medio cazando, de lado a lado de una terraza (teniendo en cuenta que veo menos que un gato de escayola, doble mérito), a Elisa Matilla de camuflaje, teñida (mal) de rubia y con un tío (su novio, un feo al que le sacaba la cabeza) en el ángulo de visión. Pero hete aquí que di una vueltadetuerca más al asunto identificando que su hermana, sí, era la camarera del lugar, por razones físicas y de acento obvias. Para quien quiera visitar a la hermana de Elisa Matilla, curra en un sitio que se llama La Fragua de Noséqué, que está en una de las callejuelas que va a dar al Dos de Mayo, en el local en el que antes estaba el Magerit (vulgo Las Nicas, mítico garito que desaparece), para entendernos los más veteranos enfrente de lo que era el Supergén, otro lugar mítico que desapareció para nunca ser reabierto.

Ayer, para no romper la tradición de "Un día, un famoso de medio pelo" vi a un ser al que aborrezco profundamente: Ismael Serrano. Estábamos en la FNAC ("In the mood for love", dos discos con mogollón de extras, nueve eurillos de nada) y ahí estaba ese ser, haciendo cola como el hijo de vecino que es. Este Serrano quiere ser de mayor como su padre (que, creo, es Rodolfo Serrano, el de "El País" ese que pone a IU a caer de un burro siempre que le dejan –que es demasiado a menudo– en ese panfleto para el que trabaja) y le pide todos los días al señor que le deje la maquinita de Primer y pueda volver a los 60 y 70, para ponerse una chaqueta de pana como dios manda y que le crezca la melena que su incipiente calvicie le impide dejarse con dignidad.

A ver si un día de estos me encuentro con alguien interesante por la calle, tipo Belinda Washington o Marta Valverde, y si estoy borracho les digo algo. ¿De vuestra parte alguna cosa?

El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.