No hay por donde cogerla
Al lado de mi trabajo hay una agencia de viajes. Dato irrelevante donde los haya, si no fuera porque en ella trabajan mujeres (al menos, dos), y en mi trabajo hay una, pero como si no existiera a los efectos que nos ocupa. ¿Qué efectos son esos? Hablar de tías.
En la agencia de viajes trabaja La Madre. Con mayúsculas. Ése es su nombre para nosotros, por la razón de que tiene una foto con su hija sobre la mesa. La Madre es una mujer de treintaytantos ciertamente no despampanante, pero a fuerza de verla todos los días se ha convertido en nuestro icono sexual. Teorizamos sobre su vida privada (mi teoría es que está divorciada y ahora anda amancebándose con un tío que curra enfrente, al que llamamos Lorenzo Lamas y con el que toma café cada día, la muy) y cada día llegamos expectantes por ver su modelito y su look en general. "Hoy viene elegante, la tía", decimos. Y por las tardes tenemos comprobado que se queda en manga corta, así nieve en el exterior. Barry ha protagonizado varios esperpénticos episodios en los que se acerca a la agencia para preguntarle por viajes que nunca hace. Escandaloso. Eso sí, en mi experiencia personal como cliente suyo, La Madre es eficientísima. Mucho.
En el otro puesto femenino de la agencia ha habido rotación laboral extrema. Empezó trabajando La Modosita, una especie de bibliotecaria con furor uterino incontenible (diagnóstico que realizamos viéndola a través de un cristal unos 40 segundos al día), y fue sustituida por No hay por donde cogerla. Es posible que sea el mejor mote de la historia, y no es porque sea mío. A la chica, ciertamente, no había por donde cogerla en su aspecto físico. Tanto, que la semana pasada fue sustituida por Nuevecita, una pijilla mona sobre la que no hemos podido teorizar aún, aunque creemos que La Madre ve en ella su sustituta natural. Está con ella en la mesa constantemente (cosa que no hacía con No hay por donde cogerla) y hay feeling. Los ocho segundos que la hemos visto esta mañana nos han hecho saberlo sin duda posible.
Realmente, ahora que lo pienso, nunca he trabajado con mujeres, al menos no con alguna que me inspirase a teorizar. Y está claro que agudiza el ingenio. Porque No hay por donde cogerla supera, incluso, a otro mote que puse y del que Arbusto era fan: El Claudillo. Explica, Bush.
El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.
9 Comments:
Ansioso espero la explicación de Warrior Bush. Me gusta, eso sí, ver que trabajáis duramente todo el día. Ah, el encanto de la teorización. Eso sí, yo soy mucho de acrostizar debidamente lo teorizado: así, "No hay por donde cogerla" pasaría a ser NHPDC, si bien también diré que, a fuer de caballero, soy poco de destrozar señoras. Prefiero ponderar a aquellas que lo merecen (y tengo también algún acróstico muy celebrado, menos soez que el recurrente MQMF/MILF, eventualmente aplicable a La Madre)
Claudillo no era sino uno de esos numerarios del Opus Dei con la misión de reclutar adeptos en la universidad. El hombre tenía tan mal ojo que los primeros días intentó hacerse colega de despojos sociales como Quic y un servidor. Era un tipo muy alto, con mandíbula prominente y dentadura bastante desafortunada (por decir algo). Aunque sus padres vivían en la misma ciudad, el chaval estaba interno en un colegio del Opus.
Claudio era su nombre de pila y, visto su fascismo militante, Quic tardó un par de minutos en bautizarlo como Claudillo. Un gran apodo para una gran persona.
(por cierto, el hijodeputa tenía un abrigo igual que el mío. Yo me lo había comprado en mi tienda de provincias y, como el opusino no se lo quitaba ni para dormir, nunca lo pude traer a clase. En Navidad lo traje de vuelta a casa y se lo di a mi padre. Un efecto colateral más del Claudillo)
Que no, coño, que lo del proselitismo con casos bordeando la imposibilidad cubica mucho más en términos de salvación. A mí llegaron a regalarme un libro titulado "Tu confesión". Qué buen chico, aquél... y sí, también tenía ese abrigo.
Vaya vaya.
No sé si Quic conoció en su trabajo los tiempos de E. S. (sustituir la "S" por el apellido de los dibujos animados más famosos del mundo mundial), pero aquella sí que era una chica mítica.
En mi trabajo hay muchas mujeres, pero sospechosamente todas son del rango "no hay por donde cogerla". O casi todas. Alguien ajenó a la oficina llegó a decir que nuestro problema como empresa era que faltaba tensión sexual. No es del todo cierto. En verano llegan las chicas de prácticas y aquello es una revolución hormonal para los viejos lobos --que cuchicheamos en los pasillos sobre los tangazos o el efecto del aire acondicionado en algunas de ellas-- y también es un fastidio para "las de siempre", que se sienten más postergadas que nunca, con esa envidia salvaje e incontenible que les entra a las mujeres respecto a las más jóvenes.
Y yo que no sé de quién me hablas, franchise... Conocí una diseñadora (no había por donde), una secretaria (que tampoco) y una jefa que era el señor Burns en mujer. Y cuando entré había otras dos, que tampoco.
¿Quién es E.S.? Ya por curiosidad...
Eh, pandilla de enajenados. Si pensáis empezar otro debate sobre tías sin mi, aprovechando que estoy de vacaciones, que sepáis que os espío desde un ciber granadino.
Dicho esto, os diré que os daría mucha envidia porque yo trabajo en un sitio muy grande con tías y tíos de todos los pelajes, sometidos al plan renove cada x tiempo para que los habituelles no nos aburramos. Pero, después de tanto tiempo, a veces pienso lo bonito que sería currar sólo con una decena de personas, a ser posible de mi mismo sexo o bien sin interés sexual ninguno para nadie. Luego siempre hay problemas. Cuando la Señorita E. bromea con un becario yo le digo "pero qué guarra eres, tronca", porque leo la lujuria en su mirada, y la otra "por qué, pobrecillo, es para que se integre". Y con las tías ya ni os cuento...
Quic es un as de los motes, de eso no hay duda.
Respecto a la tensión sexual en el curro, un poquito de vez en cuando no viene mal.
Pasas ahí ocho horas al día, y necesitas un aliciente de vez en cuando.
Siempre que sólo quede en tensión, que luego vienen los malos rollos.
Los equipos de sólo-mujeres son un desastre, como también lo son para cualquier empresa que quiera estar en el mundo real los equipos de sólo-hombres, pero es por motivos diferentes. Los equipos de sólo-hombres se pierden la posibilidad de incorporar el punto de vista de más del 50% de la humanidad. Los de sólo-mujeres tienen implícito alto riesgo de que las componentes (miembros queda mal en este contexto) se saquen los ojos.
Por lo que respecta a tener colaboradoras atractivas, hace algún tiempo tuve a mi mando a una chica en prácticas alta, guapa -unos bonitos ojos verdes- y espabilada. He de decir que me daba bastante vergüenza ver a rijosos de mediana edad viniendo a mi despacho sólo por alparcear. Uno de los casos más sangrantes fue la aparición de un individuo de sesenta y tantos, con responsabilidades de cierta entidad en la Organización, que se vino sólo para "echarle un ojo". Patético. Y es que, en general, creo que es mejor no mezclar conceptos. Especialmente con gente en prácticas. Cuando veo a gente como la que os he dicho antes, aparte de la vergüenza, se me viene a la mente la figura del Estupro con prevalimiento. Arghs. Lo cual no quiere decir que no me guste tener gente joven y atractiva alrededor, claro. Pero creo que se debe ser muy respetuoso, aún a riesgo de "pasarse".
Quic...
E. S. era una secretaria que tenía el que todavía es tu director. Fíjate qué tiempos en los que P. T. tenía una secretaria para él solo. Era una chica muy eficiente y simpatiquísima. Nunca llegué a conocerla más allá de por teléfono, pero, según "infórmenes" recabados por esta redacción, también estaba bastante bien.
¿De verdad que no sabes quién es? Se fue cuando empezaron las vacas flacas. Quizás deberías preguntar a N. D. por ella.
Ahora me explico por qué tengo una llamada perdida vuestra esta tarde. Y yo que pensé que era por algo profesional...
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