Choco

Hace años jugaba en un equipo de waterpolo playa en el que había un negro. Curioso, pues de todos es sabido la poca presencia que los negros tienen en los equipos de waterpolo playa, pero así era. Le apodábamos Choco. La razón es obvia, y el que no lo coja que se vaya al blog de los Haters, que es para gente de menor nivel intelectual.

No sé si aquel equipo mío era una caterva de racistas, que también pudiera ser. El caso es que éramos bastante macarras, y quizá el que menos lo era era Choco, un chico tranquilo que se reía todo el rato. Y cuando digo todo el rato no quiero decir más que todo el rato: también cuando estábamos hablando de algo y cuando él metía baza le decíamos "¿Qué me va a interesar tu opinión, si eres negro?" o hacíamos cientos de bromas sobre su raza. Cientos, las mismas que me hacían a mí por tener gafas o ser feo, al otro porque un día la cagó haciendo tal cosa, al de más allá por vaya usted a saber qué. Éramos un buen equipo, nos llevábamos bien, y ganábamos la mayoría de los partidos en gran parte por eso.

Un día en un partido saltó a por un rebote waterpolístico y un tío del otro equipo, que era más macarra que nosotros, le dio un codazo a Choco que le saltó un diente. Literal: el diente acabó en el suelo y Choco sangraba como un cerdo. El rival aquel le había dado sin querer, era clarísimo, y por eso todos nos fuimos a ver qué le había pasado a nuestro compañero. Sin embargo, el "agresor" se giró y le dijo: "Te jodes, negro de mierda".

Nunca en mi vida había pegado a nadie ni lo he hecho después, pero en ese momento todo nuestro equipo más el banquillo se abalanzó contra él y no le cayeron más hostias porque no había. Los de su equipo ni se movieron para defenderlo. Uno de mi equipo le enganchó de los pelos y lo llevó delante de Choco: "¡Pídele perdón, hijo de puta!", le gritó. Y el hijo de puta aquel le pidió perdón.

Todo de muy mal rollo, eso sí, pero racismo el justo. Un saludo sudaca a todos buenrrollistas del mundo. De buen rollo.

El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.