La chavalería del gimnasio
Nunca me voy a integrar en mi gimnasio. Es imposible. El monitor del mediodía me ha dicho hola y me he enterado un cuarto de hora después (es el tío más soso y que habla más bajo de la historia) y la peña que va ahí es de lo más variopinta. Y ciertamente tétrica.
Uno es el sector maratonianos. Una banda de integristas del atletismo que se juntan en plan lobby a hablar de cosas tales como "el último kilómetro es muy duro" o "salimos a 3:30, pero a la mitad vimos que hacía demasiado calor y acabamos a 3:50". De esto último desconozco por completo su significado. Luego, los muy tísicos se juntan a estirarse durante cuatro putas horas y colapsan la zona de las abdominales mientras disfrutan de sus charlas y sus chascarrillos. Los hay de dos tipos: con mallas o con pantalón corto de esos que van enseñando pata hasta la cintura por la parte exterior de la misma. Y luego hay una tía, de unos treinta y muchos años, delgadísima, que hace las abdominales más increíbles que se puedan imaginar. Es un espectáculo andante. Yo me imagino haciendo eso y ya me lesiono.
El otro es el sector mazas. No puedo definirlo mejor que con lo que he visto hoy. En las teles del gym siempre ponen las noticias de Telecinco a las horas que yo voy. Ha habido dos noticias: una tristísima, por la que se me han saltado las lágrimas mientras trabajaba afanosamente mis triceps, y otra de la que congratularnos. Pues bien, la buena nueva ha sido la que ha concertado la mayor atención del sector mazas. La mala presentaba una estremecedora imagen de un incendio, parecía que provocado, sobre el no menos estremecedor subtítulo: "Se queman 3.300 kilos de hachís en Ceuta". Desolador, todavía se me pone la piel de aquella manera. La buena: "Desarticulada una red que vendía anabolizantes y demás sustancias dopantes" (no es literal, le he prestado menos atención). Ellos han pasado del hachís y os garantizo que se han cuadrado ante la tele y han hecho comentarios que no he podido escuchar, pero que puedo imaginar, porque el otro día capté a un muñeco neumático diciendo que se compraba la "l-carnitina" y la "creatina" (creo que es literal) por Internet. Qué cosas.
¿Y yo, qué? Salgo del gimnasio y me voy a tomar un pacharán con mi señora. Así no hay quien gane la maratón de Nueva York ni quien levante las pesas esas gordas que tanto miedo me dan.
El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.
2 Comments:
Joder 3000 kilos ardiendo de golpe. Que pena, sobre todo por no haber estado por los alrededores en el momento de la cremación
cuando yo iba al gimnasio,parece mentira por mis carnes, pero fui una enganchada y me tiraba 4 horas haciendo abdominales y todo tipo de clases, los de tu 2º categoria de especimenes, competian por quien era el que sujetaba el vaso más grande de cerveza entre sus pechos, mientras que el resto de los hombres intentan ponerlo en la cabeza de la mujeres, menuda fauna la de los gimnasios...
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