Yo hace tiempo os conté que mi sueño era trabajar en la tele. 11 meses después de conseguirlo, me fui. Y es que el fútbol y yo somos iguales: así.
Dicho lo cual, me fui de la tele a otro trabajo en el que encaro mi cuarta semana. El trabajo me gusta bastante: me pagan más, es de lo mío, tengo total libertad, un horario deochoatres... Todo ventajas en lo que llamaremos Mi Trabajo. Además, estoy en un sitio en crecimiento donde me han dicho que tengo que conseguir unos objetivos a largo plazo y guiar ese proceso muy a mi bola. Todo fantástico.
Bien, amigos, tres semanas después de cambiar de trabajo me han ofrecido El Trabajo: horario matador, no sé cuánto dinero porque no me lo han dicho... ¿Todo ventajas? Pues sí, porque como soy como la Obregón, polifacético, pues digamos que ese trabajo que me han ofrecido hoy cumple totalmente mis aspiraciones y mi vocación más total, que es la de ser guionista de un programa de actualidad y humor y risas y eso.
Entonces esta tarde me han ofrecido El Trabajo... y he tenido que decir que no. En Mi Trabajo un tío me llamó, confió en mí, me ofreció un proyecto y en cierta forma me comprometí a llevarlo a cabo. Es evidente que si El Trabajo hubiera llegado hace tres semanas lo hubiera elegido sobre Mi Trabajo sin ninguna duda, pero ahora, tan pronto, no puedo aceptarlo.
Intentaré colaborar una vez en semana con esta gente tan maja de El Trabajo, pero en el fondo me da pavor haber perdido un tren. Quizá, El Tren. Y todo por ser honesto y tener palabra. Hay quien dice que ser honrado siempre te acaba revirtiendo y gente que dirá que si soy así de tonto se pasarán las oportunidades.
Por otro lado, pienso que soy afortunado porque me llueven buenos trabajos, y eso tiene que significar por cojones que algo bueno estoy haciendo. A la vez es un éxito y una desgracia, porque ha llegado tarde por muy poco, y me siento mal.
Con estas cosas te das cuenta de que no somos nadie.
El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.