He vuelto. Me ha costado arrancar en este año del señor por diferentes cuestiones, pero ante la avalancha de e-mails, cartas, ramos de flores llegados a casa e incluso amenazas más o menos veladas de robarme el Cristo que preside mi hogar si no actualizaba, aqui estoy. Igual que antes de ulti va pénul, yo nunca os dejaré tirados, fieles lectores y fanes de todo pelaje.
La frase del titular, que es de las más geniales que he escuchado nunca, la pronunció Sue en mi casa un día hace no demasiado. Ella no era consciente de que estaba defiendo la globalización de la manera más concisa y precisa conocida hasta ahora. Si un sudaca hace un sudoku es que el mundo se da la mano, oriente con occidente, norte con sur, todos con todos.
Cuando yo era pequeño, y supongo que ahora, se contaban chistes del tipo "un inglés, un francés y un español...", que eran de hartarse de reír con fruición, y ahora estoy en medio del chiste cada vez que monto en el ascensor del metro: el otro día estábamos un chino, several ecuatorianos, dos de algún país del este indeterminado y yo. "Van un chinorri, tres peruchos, tres ucranios y un Quic...".
Los bolivianos abandonan la hoja de coca y se lanzan a la coca ya manufacturada y alterada; la sopa de letras cae por su propio peso ante la pujanza del sudoku; ya no hay gallegos atendiéndote en una marisquería sino que son pequeños seres humanos con cara de indios del altiplano del tamaño de un centollo bien cebado; en Las Vegas no hay black jack, sólo se juega al cinquillo... Y todo eso aquí, en un país en el que, hace no muchos años, veías a un negro por la calle y te quedabas flipado.
A mí me encanta esto. Nos enriquece, nos da vidilla, nos ayuda. Y, sobre todo, hace que se caiga de su propio peso toda esa gente de "yo no soy racista, pero...". A esa gente a la que le jode ver sudamericanos en el metro a todas horas se le revuelve las tripas, y me alegro. Que se jodan. Este país mola mucho más ahora, es más agradable de ver, más rico.
Anécdota final real como la vida misma: resulta que en casa de unos amigos de un compañero de trabajo tenían una chacha peruana. Al parecer, había cuidado a su bebé desde que era tal, pasaba todo el día con ella porque sus padres curraban, y cuando el niño rompió a hablar no había un Cristo que lo entendiera: hablaba en peruano. Impresionante. Desconozco si la primera palabra que dijo aquel niño no fue "mamá" sino "órale", pero por ahí iba el asunto.
El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.