Hay muchas cosas que hacía o sabía hacer en el cole y que ya ni hago ni sé hacer: llevar mochilas de 45 kilos cada mañana (en mi época no existían los niños con mochila-carrito), hacer raíces cuadradas, saltar el potro, pintar en las mesas... Pero, sobre todo, hay una multitud de objetos inservibles que por entonces eran tan vitales como pesados y que hoy en día no tendrían ninguna utilidad. A saber:
- Mochilón: Fue un hit mío una Adidas preciosa que tenía dos cremalleras grandes y el clásico bolsillo pequeño. En general era un elemento que cuidaba bastante. Te daba cierto caché infantil.
- La regla para hacer un mapa de España: Una silueta de plástico, ora transparente, ora opaca, con dibujos de los ríos y tal. ¿Tantas veces dibujábamos la piel de toro para necesitar una regla específica? A ésta hay que añadir el transportador de ángulos (siempre me encantó el nombre), la escuadra, el cartabón y la reglota de 25 centímetros (me suena, sí) o 50. Grandes los estuches esos de plástico que eran como carpetas y tenían todas las reglas que necesitábamos.
- Folios del galgo: Anda que no eran famosos esos, que los ponías a la luz y había un galgo dibujado. ¿Siguen existiendo?
- El rotring: Éste me jodía especialmente porque encima costaba una pasta. Venía en una caja de plástico duro que siempre se rompía (todos teníamos la tapa destrozada) y nunca entendí su utilidad. Era como un Pilot pero en caro. Un sacacuartos.
- Ceras blandas y duras: Las primeras, Pelykan; las segundas, Plastidecor ("no se rompe / no se ensucia / se puede borrar"). Cada una tenía su utilidad. La dura de color carne era, paradójicamente, muy utilizada. De pequeños creíamos que el mundo era de color de rosa, y la gente del color ése. Todo fake.
- Pegamento de barra: Marca Pritt, por supuesto. Limpio, estético y fácil de usar. Siempre fui muy fan, aunque no oliese. Lástima.
- Boli de 20 colores: Uno de mis elementos favoritos: ¿quién podía resistirse a escribir en naranja y en fuxia con un superboli del ancho de un calabacín? En los bolis tradicionales, superafavor de Bic (cuando yo era pequeño la tapa no estaba capada, y el otro día leí que las caparon para evitar que los niños se ahogasen si se las tragaban), superencontra de Staedtler, que siempre se salían y te armaban unos cirios impresionantes. Sigo siendo enemigo de los Pilot. Se me corren siempre. Yo era claramente mordedor de boli. Hoy no lo soy.
- Estuche: Muy en contra de los duros, esos de lata, muy a favor de los de tela con cremallera, casi siempre de la NBA. Muy en contra también de los de cremallera enanos, ésos en los que no cabía nada. Eran más de niña que jugar al Pang. ¡Ah! Y extraordinariamente en contra, rozando jugarte unas collejas, del estuchón maleta con miles de cosas. Era a los estuches lo que un todo incluido a las vacaciones.
- Sacapuntas de dos agujeros: Me encantaba sacar punta, pero esos de dos agujeros eran un poco inútiles. El grande realmente nunca se utilizaban. Siempre me encantaron los de metal, rollito industrial, y renegué de los de plástico estándar y ya de los historiados, en plan en forma de Espinete, ni os cuento.
- Cuadernos de cuadros y de rayas: Enemigo acérrimo del de rayas. Espero que se hayan extinguido. Para los tíos de letra fea y grande, o sea yo, eran un suplicio. Muy de niña las rayas, sí. Forever cuadros. En cuanto a la decoración, sobriedad.
- Carpeta decorada: Nunca fui muy de decorar. Teleindiscreta nos hizo grandes favores con esas fotos de V o diferentes series a los que éramos vagos y nos negábamos a forrarlas. Los separadores me parecían buenas ideas. En las decoradas de fábrica había amplio debate, porque había algunas chulas. Yo tuve unas de Magic Johnson espectaculares. A día de hoy estoy fascinado por las azules oscuras de goma blanca, muy trendys. Grandes.
- Forrados en general: Había que forrar los libros, eso era así, pero qué coñazo era. Por mi parte, compraba los forros ya con formita, que total costaban un poco más y te evitabas la molestia.
- Lápices duros y blandos: Otra estupidez. Eso sí, el diseño de los Staedtler, amarillos y negros, muy bueno. A favor. Muy en contra de tener el lápiz enano después de haberle sacado mucha punta. Tercermundismo no, hombre. Ah, y muy en contra de la goma de borrar en el culo del mismo.
- Goma de borrar: Milan (hoy tengo un llavero de plata espectacular, que me regaló ATT, con forma de goma de éstas) era casi un monopolio. Siempre de las cuadradas y gorditas. ¿Eran las de 25 pelas? No sabría precisar.
- Pinturas y rotuladores: Había más debate en torno a las pinturas de madera, que mayoritariamente eran Alpino pero no había unanimidad. Sí que era monopolio Carioca en los rotuladores, también llamados "rotus" o, en casos de chavales que veías que iban de cabeza a trabajar en un McDonald's, "retus". Su supercaja con lo menos 50 colores (¿para qué servía el gris, si no era gris?), en ese estuche de plástico duro que se abría por arriba, fue todo un hit generacional.
Seguro que se me pasan muchos objetos y que vosotros lo completaréis. Confío en mis lectores.
El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.